HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN



¡AQUELLO QUE QUIERA ALAH! 
¡EN EL NOMBRE DE ALAH EL CLEMENTE, EL MISERICORDIOSO! 
QUE LAS LEYENDAS DE LOS ANTIGUOS SEAN UNA LECCIÓN PARA
 LOS MODERNOS, A FIN DE QUE EL HOMBRE
 APRENDA EN LOS SUCESOS QUE OCURREN A 
OTROS QUE NO SON ÉL. ENTONCES RESPETARÁ Y COMPARARÁ CON ATENCIÓN LAS PALABRAS DE LOS PUEBLOS PASADOS
 Y LO QUE A ÉL LE OCURRA, Y SE REPRIMIRÁ.
 POR ESTO ¡GLORIA A QUIEN GUARDA A LOS RELATOS DE LOS 
PRIMEROS COMO LECCIÓN DEDICADA A LOS ÚLTIMOS! 


HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN

 Cuéntase ..

- Pero Alah es más sabio, mas prudente, más poderoso y más benéfico- 
que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China. Era dueño de ejércitos y 
señor de auxiliares de servidores y de un séquito numeroso. Tenía dos hijos, y ambos 
eran heroicos jinetes, pero el mayor valía más aún que el menor.
 El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por
 eso le querían los habitantes del país y del reino. Llamábase el rey Schahriar. 
Su hermano, llamado Schahzaman; era el rey de Samarcanda Al-Ajam. 
Siguiendolas cosas el mismo curso, residieron cada uno en su país, y gobernaron
 con justicia a sus ovejas durante veinte años. Y llegaron ambos hasta el límite 
del desarrollo y el florecimiento. No dejaron de ser así, hasta que el mayor 
sintió vehementes deseos de ver a su hermano. Entonces ordenó a su visir que partiese
 y volviese con él. 

El visir contestó: “Escucho y obedezco.” 

Partió, pues, y llegó felizmente por la gracia de Alah; 
entró en casa de Schahzaman, le transmitió la paz, le dijo que 
el rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su 
viaje era invitarle a visitar a su hermano. 

El rey Schahzamany contesto: “Escucho y obedezco.” 

Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar sus tiendas, sus
 camellos y sus mulos, y que salieran sus servidores y sus 
auxiliares. Nombró a su visir gobernador del reino y
 salió en demanda de las comarcas de su hermano. Pero a media noche
 recordó una cosa que había olvidado; volvió a su palacio secretamente y se 
encaminó a los aposentos de su esposa a quien pensaba encontrar triste y
 llorando por su ausencia. Grande fue, pues, su sorpresa al hallarla
 departiendo con gran familiaridad con un negro, esclavo entre los esclavos. 
Al ver tal desacato, el mundo se oscureció ante sus ojos. 
Y se dijo: “Si ha sobrevenido ésto cuando apenas acabo 
 de dejar la ciudad. 
¿Cuán sería la conducta de esta esposa si me ausentarse algún 
tiempo para estar con mi hermano?” 
Desenvainó inmediatamente el alfanje, y a cometiendo a ambos, los dejó muertos 
sobre los tapices del lecho. 
Volvió a salir, sin perder una hora ni un instante, y ordenó la
 marcha de la comitiva. Y viajó de noche hasta avistar la ciudad de su hermano.
Entonces éste se alegró de su proximidad, salió a su encuentro, y
 al recibirlo, le deseó la paz. Se regocijó hasta los mayores límites del
 contento, mandó adornar en honor suyo la ciudad y se puso a hablarle
 lleno de efusión. Pero el rey Schahzaman recordaba la fragilidad de
 su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se 
había puesto pálida y su cuerpo se había debilitado. Al verle de tal 
modo, el rey Schahriar creyó en su alma que aquello se debía a haberse alejado de 
su reino y de su país, lo dejaba
estar sin preguntar nada.
 Al fin, un día, le dijo: “Hermano, tu cuerpo enflaquece y su cara amarillea.
” Y el otro respondió: “¡Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva- 
!” Pero no le reveló lo que le había ocurrido con su esposa. 
El rey Schahriar le dijo: 
“Quisiera que me acompañase a cazar a pie y a caballo, pues así tal vez se esparciera tu espíritu.
” El rey Schalizaman no quiso aceptar y su hermano se fue solo a la cacería. 

Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose 
asomado a una de ellas el rey Schahzaman, vio corno se abría una puerta secreta 
para dar salida a veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales, avanzaba 
la mujer del rey Schahciar en todo el esplendor de su belleza, y ocultándose 
para observar lo que hacían, pudo convencerse de que la misma
 desgracia de que él había sido víctima, la misma o mayor, cabía a su hermano el sultán. 
Al ver aquello, pensó el hermano del rey:
 “¡Por Alah! Más ligera es mi calamidad que esta otra.
” Inmediatamente, dejando que se desvaneciese su aflicción, se dijo:
 “¡En verdad, esto es más enorme que cuanto me ocurrió a mí!
” Y desde aquel momento volvió a comer y beber cuanto pudo. A todo esto, 
el rey, su hermano, volvió de su excursión 
y ambos se desearon la paz íntimamente. Luego el rey Schahriar
 observó que su hermano el rey Schalizaman acababa de recobrar el
buen color, pues su semblante había adquirido nueva vida, y advirtió 
también que comía con toda su alma después de haberse alimentado
 parcamente en las primeros días. 

Se asombró de ello, y dijo:
 - ”Hermano,hace  poco  te veía amarillo de tez v ahora has recuperado los colores. 
Cuéntame qué te pasa.” El rey le dijo: “Te contaré la causa de mi anterior palidez, 
pero dispénsame de referirte el motivo de haber recobrado los colores.
” El rey replicó: “Para entendernos, relata primeramente la causa de 
tu pérdida de color y tu debilidad.” Y se explicó de este modo:
 “Sabrás, hermano, que cuando enviaste tu visir para requerir
 mi presencia, hice mis preparativos de marcha, y
 salí de la ciudad. Pero después me acordé de la joya que
 te destinaba y que te di al llegar a tu palacio. Volví, pues, y encontré 
a mi mujer y a un esclavo negro departiendo con gran familiaridad. Los maté a los dos, 
y vine hacia ti, muy atormentado por el recuerdo de tal aventura. Este
 fue el motivo de mi primera palidez y de mi enflaquecimiento. En cuanto 
a la causa de haber recobrada mi buen color, dispénsame de mencionar.

” Cuando su hermano oyó estas palabras, le dijo: 
“Por Alah te conjuro a que me cuentes la causa de haber recobrado tus colores.
” Entonces el rey Schalizaman le refirió cuanto había visto. 
Y el rey Schahriar dijo: “Ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa.
” Su hermano le respondió:
 “Finge que vas de caza, pera escóndete en mis aposentos, y serás
 testigo del espectáculo: tus ojos lo comprobarán.
” Inmediatamente, el rey mandó que el pregonero divulgase 
la orden de -marcha. Los soldados salieron con 
sus tiendas fuera de la ciudad. El rey marchó también, se ocultó
 en su tienda y dijo a sus jóvenes esclavos: 
“¡Que nadie entre!
” Luego se disfrazó, salió a hurtadillas y se dirigió al palacio.
 Llegó a los aposentos de su hermano, y se asomó a la ventana 

que daba al jardín. Apenas había pasado una hora, cuando salieron
 las esclavas, rodeando a su señora, y tras ellas los esclavos. 
E hicieron cuanto había contado Schahzaman. Cuando vio estas
 cosas el rey Schahriar, la razón se ausentó de su cabeza, y 
dijo a su hermano: “Marchemos para saber cuál es nuestro destino 
en el camino de Alah, porque nada de común debemos tener
 con la realeza hasta encontrar a alguien que haya sufrido una aventura
 semejante a la nuestra. Si no, la muerte sería preferible a nuestra vida.
” Su hermano le contestó lo que era apropiado, y 
ambos salieron por una puerta secreta del palacio. 
Y no cesaron de caminar día y noche, hasta que por fin llegaron 
a un árbol, en medio de una solitaria 
pradera, junto al mar salado. En aquella pradera había un manantial 
de agua dulce. Bebieron de ella y se sentaron a descansar. 
Apenas había transcurrido una hora del día, cuando el mar empezó a agitarse.
 De pronto brotó de él una negra columna de humo, que llegó 
hasta el cielo y se dirigió después hacia la pradera. 

Los reyes, asustados, 
se subieron a la cima del árbol, que era muy alto, y se 
pusieron a mirar lo que tal cosa pudiera ser. Y he aquí que la 
columna de humo se convirtió en un efrit de elevada estatura, poderoso de hombros
 y robusto de pecho. Llevaba un arca sobre la cabeza. 
Puso el pie en el suelo, y se dirigió hacia el árbol y se sentó debajo de él.
Levantó entonces la tapa del arca, sacó de ella una caja,
 la abrió, y apareció enseguida una encantadora joven, de espléndida hermosura, 
luminosa lo mismo que el sol,como dijo el poeta:

 ¡Antorcha en las tinieblas, ella aparece y es el día!
 ¡Ella aparece y con su luz se iluminan las auroras! 
¡Los soles irradiar con su claridad y las lunas con las sonrisas de sus ojos! 
¡Que los velos de su misterio se rasguen, e inmediatamente las criaturas 
se prosternan encantadas a sus pies! 
¡Y ante los dulces relámpagos de su mirada, el rocío de las
 lágrimas de pasión humedece todos los párpados!

 Después que el efrit hubo 
contemplado a. la hermosa joven, le dijo:
“¡Oh soberana de las sederías! ¡Oh tú, a quien rapté el mismo día de tu boda!
 Quisiera dormir un poco.” Y el efrit colocó la cabeza en las rodillas 
de la joven y se durmió. Entonces la joven levantó la cabeza 
hacia la copa del árbol y vio ocultos en las ramas a los dos reyes. 
En seguida apartó de sus rodillas la cabeza del efrit, la 
puso en el suelo, y les dijo por señas

 “Bajad, y no tengáis miedo de este efrit.”
 Por señas, le respondieron: 
“¡Por Alah sobre ti! ¡Dispénsanos de lance tan peligroso!
” Ella les dijo: “¡Por Alah sobre vosotros! Bajad en seguida si no queréis
 que avise al efrit; que os dará la peor muerte.

” Entonces, asustados, bajaron 
hasta donde estaba ella, la joven los tomó de las manos, se internó 
con ellos en el bosque y les exigió algo que no pudieron negarle.
 Una vez estuvieron cumplidos sus deseos sacó del bolsillo un saquito y 
del saquito un collar compuesto de quinientas setenta sortijas con sellos,
 y les preguntó 

“¿Sabéis lo que es esto?” Ellos contestaron: 
“No lo sabemos.” Entonces les explicó la joven: 

“Los dueños de estos anillos hicieron lo mismo que vosotros
 junto a los cuernos insensibles de este efrit. 
De suerte que me vais a dar vuestros anillos.
” Lo hicieron así, sacándolos de los dedos, 
y ella entonces les dijo: 
“Sabed que este efrit me robó la noche de mi boda; me encerró en esa caja, 
metió la caja en el arca, le echó siete candados y 

la arrastró al fondo del mar, allí donde se combaten las olas.
 Pero no sabía que cuando desea alguna cosa una mujer no hay quien la venza.


” Ya lo dijo el poeta: ¡Amigo: no te fíes de la mujer; ríete de sus promesas!
 ¡Su buen o mal humor depende de sus caprichos!
 ¡Prodigan amor falso cuando la perfidia las llena y forma como 
la trama de sus vestidos! ¡Recuerda respetuosamente las palabras de Yusuf! 
¡Y no olvides que Eblis hizo que expulsaran a Adán por causa de la mujer! 
¡No te confíes, amigo! ¡Es inútil! 
¡Mañana, en aquella que creas más segura, sucederá al amor puro una pasión loca!
 Y no digas: “¡Si me enamoro, evitaré las locuras de los enamorados!”
 ¡No lo digas! ¡Sería verdaderamente un prodigio único ver salir a un hombre sano y salvo de la seducción de las mujeres! 


Los dos hermanos; al oír estas palabras, se maravillaron hasta más no poder, y se
 dijeron uno a otro: “Si éste es un efrit, y a pesar de su poderío le han 
ocurrido cosas más enormes que a nosotros, esta aventura debe consolarnos.
 Inmediatamente se despidieron de la joven y 
regresaron cada uno a su ciudad. 
En cuanto el rey Schahriar entró en su palacio, mandó degollar a 
su esposa, así como a los esclavos y esclavas. 
Después persuadido de que no existía mujer alguna de cuya 
fidelidad pudiese estar seguro, resolvió desposarse cada noche con una y
 hacerla degollar apenas alboreaba el día, siguiente. Así estuvo haciendo
 durante tres años, y todo eran lamentos y voces de horror. 
Los hombres huían con las hijas que les quedaban. En esta situación, el rey mandó 
al visir que, como de costumbre, le trajese una joven. 
El visir, por más que buscó, no pudo encontrar ninguna, y regresó 
muy triste a su casa, con el alma transida de miedo ante el furor del rey. 
Pero este visir tenía dos hijas de gran hermosura- ,
 que poseían todos los encantos, todas las perfecciones y
 eran de una delicadeza exquisita. La mayor se llamaba Schathrazada, y 
el nombre de la menor era Doniazada. La mayor; Schaltrazada,
 había leído los libros, los anales, las leyendas de
 los reyes antiguos y las historias de los pueblos pasados. 
Dicen que poseía también mil libros de crónicas referentes a los
 pueblos de las edades remotas, a los reyes de la antigüedad y sus poetas. 
Y era muy elocuente v daba gusto oírla. Al ver a su padre, le habló así: 


“Por qué te veo tan cambiado, soportando un peso abrumador de pesadumbres y aflicciones?... 
Sabe, padre, que el poeta dice: 
“¡Oh tú, que te apenas, consuélate! Nada es duradero, toda alegría se 
desvanece y todo pesar se olvida.” Cuando oyó estas palabras el visir; contó
 a su hija cuanto había ocurrido desde el principio al fin, concerniente al rey. 
Entonces le dijo Schahrazada: “Por Alah, padre, cásame con el rey, porque si 
no me mata seré la causa del rescate de las
 hijas de los musulmanes y podré salvarlas de entre
 las manos del rey.”

 Entonces el visir contestó: 
“¡Por Alah sobre ti! No te expongas nunca a tal peligro
.” Pero Schahrazada repuso: “Es imprescindible que así lo haga.
” Entonces le dijo su padre:
 “Cuidado no te ocurra lo que les ocurrió al asno y al buey con el labrador. 
Escucha su historia....



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 Con esto, y esperando vuestra opiniones, me despido hasta el próximo post. :)

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